influyen en entornos reales o virtuales. Los sistemas de IA están diseñados para funcionar con
diversos niveles de autonomía.
Además, la OCDE las define como “máquinas que realizan funciones cognitivas similares a las de los
humanos” (Berryhill et al., 2020, p. 18).
De acuerdo con las recomendaciones de aquel organismo (OCDE, 2019) la IA es una tecnología de
propósito general con el potencial de mejorar el bienestar de las personas, contribuir a una actividad
económica global sostenible y positiva, aumentar la innovación y la productividad, y ayudar a enfrentar
desafíos globales clave. Se implementa en muchos sectores, desde la producción, las finanzas y el
transporte hasta la atención médica y la seguridad. Junto con sus beneficios, la IA también plantea
desafíos para las sociedades y las economías, especialmente en lo que respecta a cambios económicos y
desigualdades, competencia, transiciones en el mercado laboral, e implicaciones para la democracia y los
derechos humanos.
La inteligencia artificial puede mejorar los procesos de diversas maneras como, por ejemplo,
automatizando tareas repetitivas y reduciendo errores humanos, optimizando la eficiencia y la
productividad, mejorando la toma de decisiones y la precisión de los resultados, y permitiendo la
identificación de patrones y tendencias en grandes conjuntos de datos. Sin embargo, es importante
considerar que la implementación de la inteligencia artificial también puede presentar desafíos y riesgos,
como la necesidad de asegurar la transparencia y la responsabilidad en la toma de decisiones, y la
necesidad de garantizar la privacidad y la seguridad de los datos (OCDE, 2019).
A nivel regional, también se han realizado esfuerzos por abordar la temática. De acuerdo con la resolución
87 del Consejo de Ministros de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI, 2013), los países
miembros han resuelto analizar la aplicación de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, el
internet de las cosas, el blockchain y otras nuevas tecnologías para el fomento y la promoción del comercio
intrarregional en la ALADI, teniendo en cuenta elementos fundamentales como la identidad digital, la
protección de los datos y la privacidad, y la ciberseguridad. De igual manera, en 2022, la Comunidad
Andina de Naciones (2022) presentó la Agenda Digital Andina, estrategia con la que buscó lograr la
transformación digital en toda la región y contribuir a la reactivación económica, a través de líneas de
acción orientadas a diseñar estrategias para impulsar iniciativas regionales de tecnologías emergentes
como inteligencia artificial o blockchain. Inclusive el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe
(CAF, 2021) ha realizado estudios en los cuales analizó el enorme potencial de la inteligencia artificial para
lograr Estados más eficientes que ofrezcan mejores servicios públicos.
En julio de 2023, en Perú se suscribió la ley 31814, Ley que promueve el uso de la inteligencia artificial en
favor del desarrollo económico y social del país, mediante la cual se aprobaron los principios para el
desarrollo y el empleo de la inteligencia artificial. Asimismo, se declaró de interés nacional:
(…) la promoción del talento digital en el aprovechamiento de las tecnologías emergentes y
nuevas tecnologías en favor del bienestar social y económico, así como el fomento del desarrollo
y uso de la inteligencia artificial para la mejora de los servicios públicos, de la educación y los
aprendizajes, la salud, la justicia, la seguridad ciudadana, la seguridad digital, la economía, la
inclusión, los programas sociales, la seguridad y la defensa nacional, así como para toda otra
actividad económica y social a nivel nacional. (Ley 31814, artículo 2)
De igual manera, la referida ley define la IA como “tecnología emergente de propósito general
que tiene el potencial de mejorar el bienestar de las personas, contribuir a una actividad
económica global sostenible positiva, aumentar la innovación y la productividad, y ayudar a